Según la definición de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) “Las dietas sostenibles son aquellas que generan un impacto ambiental reducido y que contribuyen a la seguridad alimentaria y nutricional y a que las generaciones actuales y futuras lleven una vida saludable. Además protegen y respetan la biodiversidad y los ecosistemas, son culturalmente aceptables, accesibles, económicamente justas y asequibles y nutricionalmente adecuadas, inocuas y saludables, y optimizan los recursos naturales y humanos”
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Los datos hablan por si solos
Tal y como nos recuerdan en la web Cuerpo y mente, el estudio publicado en la revista Public Health Nutrition en 2014 sobre el coste ambiental que suponen las diferentes fuentes proteicas, no deja lugar a la duda.
Según este estudio, para obtener un kilogramo de proteína procedente de alubias se necesita dieciocho veces menos tierra, diez veces menos agua, nueve veces menos combustible, doce veces menos fertilizante y diez veces menos plaguicidas que para producir un kilo de proteína procedente de carne de ternera.
Además, el estudio de la FAO sobre la producción ganadera mundial titulado “La larga sombra del ganado” concluye que la cría de ganado produce mas gases de efecto invernadero que todos los medios de transporte juntos.
¿Qué alternativa tenemos?
Está claro que si queremos preservar el medio ambiente y frenar el cambio climático necesitamos, entre otras cosas, modificar nuestros hábitos de consumo. Y decantarse por una alimentación vegetal, de cultivos sostenible y de proximidad es una opción beneficiosa para el medio ambiente y para nuestra salud.
Fuentes: Cuerpo y mente; FAO